divendres, 16 de desembre del 2011

 COLOQUIO INTERDISCIPLINARIO

PRÁCTICAS Y DISPOSITIVOS DE PREVENCIÓ CON LA PEQUEÑA INFANCIA

MADRID    13 NOVIEMBRE 2009

“EL ESPAI DE MAR, UNA EXPERIENCIA SINGULAR”

Matilde Pelegrí
Psicoanalista y acogedora en “EL ESPAI DE MAR”
Presentación

Estoy muy contenta de estar hoy con todos Ustedes y agradezco mucho la invitación de Oscar Alvarez, que me permite presentarles “El ESPAI DE MAR”, espacio familiar para padres e hijos de 0 a 4 años, del que soy cofundadora y acogedora y que funciona desde junio 2007 en Vilanova i la Geltrú, una ciudad de 70.000 habitantes a cincuenta kilómetros de Barcelona.

La organización y el funcionamiento del ESPAI DE MAR se inspiran en el espíritu de la MAISON VERTE, dispositivo de acogida para padres e hijos de o a 4 años creado por la psicoanalista francesa Françoise Dolto y otros psicoanalistas en Paris en 1979 y que recientemente ha celebrado un Coloquio sobre sus 30 años de existencia y en la CASA OBERTA creada en Vilanova i la Geltrú en 1995, experiencia pionera en España inspirada a su vez en los principios fundamentales de la Maison Verte.

La CASA OBERTA, dispositivo de acogida para padres e hijos de 0 a 3 años en el que participé también como cofundadora y acogedora fue un lugar muy frecuentado por padres e hijos. Estaba cofinanciado por el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales y el Ayuntamiento de Vilanova i la Geltrú. Tuvo 7 años y medio de vida y cerró sus puertas en diciembre del año 2002 por una decisión política del mismo ayuntamiento, que decidió sustituirla por un espacio de orientación y de animación dirigido a los padres e hijos.

« EL ESPAI DE MAR », del que voy a hablarles, se abrió cuatro años y medio mas tarde del cierre de la Casa Oberta, en junio 2007, por el impulso de siete profesionales, de los cuales tres eran antiguos acogedores  de  LA CASA OBERTA  en la misma ciudad pero situado en un barrio diferente, el barrio de mar y en un local cedido por una guardería. En 2007 abrimos según nuestro deseo, y con el local gratuito. Pero desde 2008 nuestro estatuto ha cambiado, recibimos una pequeña subvención del Gobierno de Cataluña (Generalitat) en concreto de la Secretaria de Politiques Familiars i Drets de Ciutadania que nos permite salir del estatuto de voluntariado y de poder recibir un pago simbólico. 

Y quería aprovechar mi intervención para anunciarles que el próximo martes 17 de noviembre de 2009, iniciaremos un nuevo dispositivo en una pequeña ciudad de 5.000 habitantes, Canyelles, a ocho kilometros de Vilanova i la Geltrú: LA CASETA BLAVA, esta vez subvencionado por el Gobierno de Cataluña y el municipio de esta pequeña ciudad.

Siempre a volver a empezar, siempre en un circuito que va del nacimiento a la pérdida, del duelo a un nuevo nacimiento, que viene a recordarnos los acontecimientos de la vida cotidiana y como dichos acontecimientos se ponen en escena, en estos espacios familiares de tipo estructura Maison Verte.

El origen del ESPAI DE MAR tiene un preliminar, que tiene que ver con la lectura de las obras de la psicoanalista francesa Françoise Dolto, con el  encuentro con la “Maison Verte de Paris, del trabajo como acogedores en LA CASA OBERTA durante casi ocho años, con  el recorrido analítico de diferentes profesionales de la pequeña infancia,  con el deseo de que un lugar como este existiera y con la búsqueda de alguna institución que corriera el riesgo de apoyar un dispositivo de acogida que tiene como referencia el psicoanálisis a diferencia de los otros dispositivos ya existentes de tipo educativo.

El deseo y la transferencia han sostenido el trabajo del ESPAI DE MAR, durante estos dos años: deseo de un grupo de profesionales de crear un lugar como este y transferencia de trabajo entre ellos, que ha permitido que lo que era solo un proyecto, una ilusión, lo imaginario, llegara a ser algo concreto, una realidad.

Nos comprometemos en un trabajo que acoge al niño en tanto que sujeto, no en tanto que “objeto de consumo” y para ofrecer a las madres, padres, o acompañantes la posibilidad de relacionarse con otros niños y adultos, en un espacio en donde la palabra se anuda y se desanuda haciendo cadena en la línea de las generaciones.

Desde que iniciamos el trabajo en EL ESPAI DE MAR ha habido una reflexión sobre las hipótesis del dispositivo que F. Dolto nos ha legado. A pesar que la referencia era Francia, creíamos que la concepción de estos dispositivos podía ser universal, que podrían abrirse en otros países y en otras culturas como así ha sido (desde Rusia hasta Canadá, pasando por Italia, Polonia, Israel, etc.). Ya que se dirigen al niño y su familia en la cotidianidad y las angustias y malestares de ser padre y ser madre son universales. Sin embargo siempre hemos sido conscientes que cada dispositivo debería tener su propio estilo, su propia particularidad.

Para  F. Dolto se trataba de ofrecer un lugar de palabra y de escucha, un  dispositivo donde psicoanalistas y no psicoanalistas acogerían la particularidad de cada familia  en donde se favorecería los encuentros entre padres e hijos menores de 4 años y en donde se compartiría con otros padres y con “los acogedores” las dificultades y las interrogaciones que surgen en la vida cotidiana con respecto a los hijos.
 
Ritual del ESPAI DE MAR
Condiciones del acceso: Se acoge al niño/niña acompañado/a de un adulto del entorno familiar: padres, abuelos, canguro, etc. que tiene que quedarse con él durante su estancia en el Espai de Mar. El niño o niña y sus acompañantes pueden quedarse el tiempo que quieran, y volver los días que quieran, siempre dentro del horario de apertura del Espai de Mar que son los martes y jueves de 17.30 a 20h.

Es un espacio gratuito, sin ningún compromiso de asistencia regular, se respeta el anonimato o sea que no se utiliza ninguna ficha de inscripción.

La acogida: El niño o niña es recibido por los “acogedores” que trabajan aquella tarde, le preguntan su nombre y su edad y quién es la persona que le acompaña. Estos datos se escriben en la pizarra, a la vista de todo el mundo, y donde se escriben también el nombre de los profesionales que están en el ESPAI DE MAR ese día. Este recibimiento es para dar el lugar de sujeto al niño o niña pequeños.  Si es la primera vez que viene, los acogedores explican al niño o niña, a sus padres o los adultos que es el ESPAI DE MAR, su funcionamiento y sus normas que son muy pocas: - Los niños no pueden quedarse solos, ya que los acompañantes adultos son responsables de ellos y hay un espacio reservado para los bebés, donde deben acceder solo si se quitan los zapatos.

Estas pequeñas normas se instauran en referencia a la ley. Ley que afecta a todo ser humano, inscrita en la cultura y que su cumplimiento o su trasgresión pondrán en escena algo de la particularidad de cada familia.

El equipo del Espai de Mar: El equipo del ESPAI DE MAR esta formado por 6 acogedores que son psicólogos, psicoanalistas y educadores. Se dividen en dos grupos de 3 profesionales que trabajan los martes y jueves. El mismo grupo, el mismo día.

Los acogedores una vez cerrado el ESPAI DE MAR, recogen todos los juguetes, ordenan la sala, escriben en una libreta los niños y niñas y los adultos que han venido ese día y después reflexionan sobre algo que les ha llamado la atención ese día, o sobre alguna intervención, o alguna pregunta que se plantean.

Los acogedores, favorecen los intercambios, sostienen la palabra y en ocasiones lo que escuchan, puede abrir un: ¿qué quiere decir esto?, como pregunta, porque ninguna respuesta sería una última respuesta. A veces, pueden ser testimonios de los encuentros entre los adultos y sus hijo, otras su intervención puede desdramatizar situaciones que de otra manera conducirían al conflicto. A veces, su escucha es discreta y respetuosa, otras es más intervencionista y en algunas otras, dependiendo de las preguntas, su escucha debe ser más inventiva.

Nada esta asegurado. Quien quiera ver un final feliz, un ideal de prevención, o de evitar un trauma, o que el niño no tendrá conflictos se equivoca. EL ESPAI DE MAR es en primer término un dispositivo que reproduce el escenario social; por el hecho que no prescribe ninguna norma, lo que favorece que cada familia, cada niño…cada uno, ponga en escena su propia norma. De lo que da cuenta es que no hay un saber inscrito que diga lo que es un niño, así como tampoco hay un saber que diga lo que es un padre o una madre. Lo que hace posible que un espacio como este pueda acoger la particularidad frente a la utopía de la universalización.

¿Cómo acoger lo que se dice? Y ¿cómo responder? Se trata de acoger la demanda en un espacio que toma como referencia el psicoanálisis, que lo hace diferente a  los otros dispositivos sociales que también van dirigidos a la infancia. El concepto de demanda elaborado por Jacques Lacan en su enseñanza, como una dialéctica articulada entre la necesidad  y el deseo, es una herramienta preciosa. Es debido al psicoanálisis y  lo que nos enseña que es posible, por ejemplo, sostener una posición de acoger una demanda de nada y de estar simplemente para que se puedan dar encuentros. Es posible ser testigos de lo que resuena entre el niño y el adulto y que pone en juego el deseo, enigmático. El profesional toma a su cargo el expresarlo en la palabra, palabra necesaria en la trama simbólica de los intercambios entre las generaciones.



El no trabajar por un ideal y poder soportar el lugar de la falta; no responder inmediatamente a la demanda, sino sostenerla y conducirla para que vaya al encuentro del deseo; acoger la dimensión subjetiva, la particularidad del sujeto, y permitir así que este se encuentre con su responsabilidad son los elementos que hacen del ESPAI DE MAR un espacio social, sin ser del todo un espacio social.

Acoger la particularida 

Hay quién dice más de lo que quiere decir, como es el caso de la madre de un niño que nos pide como explicar a su hijo que pronto se tiene que ir a vivir a otro lugar, a Madrid y dejar Vilanova. La madre se dirige a su hijo para que confirme lo que dice, y este responde: “yo quiero aquí “. En realidad, la madre, acaba diciendo, que es ella que no quiere irse porque deja una amiga.

También hay que dejar tiempo porque cada persona pueda disponer del espacio como desee. Un día un niño se pasa toda la tarda jugando a entrar y salir del ESPAI DE MAR. Al interrogarlo es el padre que responde: “me saca a pasear”. Un tiempo después es el niño que no quiere marchar del ESPAI DE MAR, y se pone a llorar y, entonces el padre se queja que se deja dominar demasiado por su hijo.

A veces son los propios usuarios que en las conversaciones que tienen dan lugar a leer más allá del enunciado: La madre de una niñita de 2 años dice que no quiere tener otro hijo, que la que tiene no ha estrenado la cuna. Otra madre le insinúa que su hija interfiere en la pareja.

EL ESPAI DE MAR también es un espacio donde se pone en juego el niño ideal, y es fácil comprobar el grado de tolerancia del adulto cuando el niño o la niña no hacen lo que estaba previsto. Un abuelo habla de su nieto como un niño que es muy tranquilo y nada travieso, le enseña “educación”; cuando quiere algo le dice: “ di: por favor, me das…?”. Cuando otro niño le coge un juguete se pone a chillar y muestra su enfado, mientras que el abuelo le pega en las manos diciéndole primero que ya hay bastante, después en tono tranquilo que ya lo cogerá más tarde. El niño se muestra asustado, y cuando se le pregunta responde, balbuceando: “nene,…malo,…nooo”. Se le prohíbe que se enfade!

También, a menudo se interroga a los profesionales por su función, su presencia: “¿hacéis un estudio?”, “¿observáis a los niños y a los padres?”, “¿dejáis hacer?”. Pero, ¿hay algo más enigmático que una presencia?

Creo que la diversidad de profesionales permite ofrecer diferentes escuchas; pero es necesario también, estar atentos a nuestra posición en estos lugares; pues aquí no estamos en la posición de analista, de pedagogo, de educador, nuestro trabajo no es una cura, ni una intervención pedagógica, ni un consejo; entonces ¿de que acto se trata?

Una escena en una tarde cualquiera:

Una tarde cualquiera, EL ESPAI DE MAR esta abarrotado de familias, estoy cerca de la puerta, pendiente de la acogida. Me dirijo a una madre y un niño que en ese momento están en la puerta y parecen asustados por el ruido y las risas. Me acerco a ellos y la mamá me dice que es el primer día que viene, que el pediatra le ha dicho que venga, porque le irá bien tanto a ella como a su hijo. Dice que hace quince días que ha llegado de Ucrania con su hijo adoptado: Nil,  de dos años de edad y no sabe que hacer con él, no la entiende, los idiomas son distintos y ella a su vez no lo comprende.

Nil esta muy agitado, deambula por el espacio. Parece asustado por las conversaciones, risas y el ruido de los juegos de los demás niños. La mamá le acompaña en este deambular pero no puede comunicarse con él. De repente Nil se tropieza conmigo que estoy en la colchoneta con los bebés y sus madres, dándole a un niño un sonajero que había sacado del cajón de los juguetes. Casi inconscientemente le ofrezco otro sonajero, pero el lo rechaza, lanzándolo contra el suelo. “Parece que no te gusta” le digo, podríamos buscar en el cajón a ver si encontramos algo que te guste”.

Busco dentro del cajón y voy a dar con una caja de música, que tirando de un hilo se puede escuchar una melodía internacional de las típicas de bebés. Se la acerco a la oreja y escucha la melodía, su cara cambia de expresión, de una mirada de susto y agitación a la entrada, ahora se muestra sonriente y calmado. Iniciamos un juego que consiste en tirar del hilo y escuchar la melodía, una vez él y otra yo nos vamos intercambiando el escuchar la melodía. Estamos un rato de esta manera, hasta que con la mirada busco a la madre y la invito a venir. Se queda sorprendida de la calma que muestra su hijo, le digo que Nil ha hecho un descubrimiento en el ESPAI DE MAR, ha descubierto una melodía que debe recordarle algo que no sabemos. Le ofrezco la caja de música a la madre y ellos a su vez inician el juego de irse intercambiando en la escucha de la melodía.

A través del objeto, la caja de música, han podido seguir jugando juntos Nil y su madre a otras cosas, al tobogán, a ver un libro de láminas, etc. Al despedirse, la madre me pregunta” la melodía la habrá escuchado en su país”. ¿Acaso una melodía puede ser internacional y puede ofrecer a un niño un cierto apaciguamiento a su duelo por la pérdida de su mundo cotidiano y ofrecerle la posibilidad de encontrar algo de lo anterior en su nuevo mundo, ¿es esto posible en el pasaje por el espacio de acogida? Y la transferencia se instaló y ellos continuaron viniendo…

¿Se trata para el que acoge de permitir que se inscriba ahí un lugar para cada uno? De dejarse enseñar por el espacio y las familias. De dejarse sorprender. Nos encontramos con numerosas situaciones que son a la vez parecidas y siempre diferentes. La posición del que acoge es singular, y deber ser modulada entre una intervención al instante y una intervención en el tiempo. Como articulada por los tres tiempos lógicos : instante de ver, tiempo para comprender, momento de concluir.

Se trata de inventar una práctica poniendo algo de si mismo. Este dispositivo no da repuestas. Se trata de permitir que se planteen de otro modo las preguntas. Esta orientación de nuestra intervención implica una invención permanente. Invención por parte de la institución para dar un lugar al discurso del psicoanálisis e invención del lado del profesional para que se pueda acoger al “uno por uno”, o sea acoger la singularidad de cada uno.

Dificultad por tanto de esta posición que necesita una verdadera transferencia de trabajo de los “acogedores” y de una transferencia con varios. No podemos dejar nuestra profesión en la puerta de estos dispositivos. Hay que entrar como somos, y estar advertido de los límites de la escucha de cada uno, sea psicólogo, sea psicoanalista o sea educador.

El psicoanalista J. Lacan animaba a los psicoanalistas a salir del infierno, a no quedarse encerrados en la oscuridad de su subterráneo, a dirigirse hacia la luz, o sea la luz formada por relámpagos, o sea formada por sorpresas, por encuentros y por invenciones y nos planteaba la siguiente pregunta: ¿Que tipo de alegría o de goce encontramos nosotros en nuestro trabajo?



























                                                          






















divendres, 2 de desembre del 2011

PERTINENCIA E IMPERTINENCIA DEL DISPOSITIVO “LA MAISON VERTE” RESPECTO A LA PREVENCIÓN PRECOZ  CON EL NIÑO PEQUEÑO.
Intervención de Marie Hélène Malandrin

                                Psicoanalista .Cofundadora junto a Françoise Dolto y otros psicoanalistas de la “Maison Verte” de Paris.

 VIERNES 28 DE OCTUBRE 2011 en el Foro Psicoanàlitic de Barcelona-

            
Françoise Dolto, en vísperas de su muerte en 1988 lamentaba que la Maison Verte no hubiera "escrito" sobre su experiencia. Al hacerle notar que ya había hablado de la Maison  Verte en muchos de sus libros, me respondió: " explicar, no es escribir”

Hoy, sin embargo, después de treinta años de trabajo en este dispositivo de acogida, sigo encontrando en la necesidad,  como siempre, de explicar el dispositivo de la Maison Verte, presentándolo al mismo tiempo, con su arquitectura particular y a la vez también continúo poniendo a trabajar la transmisión de una praxis, que tiene toda su singularidad en el campo de la prevención precoz.

Michel de Certeau en su libro " L’invention du quotidien (La invención de lo cotidiano) ", escribe que " En toda nueva creación que haga saltar las representaciones colectivas y los corpus teóricos compartidos por un grupo, el relato, o sea " El arte de decir es en sí mismo un arte de hacer y un arte de pensar, puede ser a la vez la práctica y la teoría”.

 Y, plantea esta cuestión: " ¿no habría en ello que reconocer la legitimidad científica suponiendo que en lugar de ser un resto que no se puede eliminar o aún que se tenga que eliminar, la narración tiene allí una función necesaria y una teoría del relato  es indisociable de la teoría de las prácticas, como su condición al mismo tiempo que su producción?”


En la apertura, no podíamos darnos cuenta del valor de la teorización de " nuestros relatos " porque no podíamos prever que la Maison Verte, en su construcción atípica que reposa en 3 negaciones, "  Ni una guardería, ni un lugar para hacerse cargo , ni un lugar para cuidar ", afectaría a todas nuestras representaciones, y nos forzaría  poco a poco a admitir que en este dispositivo, la intervención educativa y la escucha analítica participan juntas en el proceso educativo, en el de estructuración y de socialización del niño.

Hoy en 2011, la cuestión de la educación atraviesa el campo social: sea a título de la política, de la pedagogía, de la psicología, de la psiquiatría, de los fármacos, o del control social; pero ahora en Europa se ataca al psicoanálisis principalmente entre otras cosas por la educación.

En Francia, a Françoise Dolto la hacen responsable de las desviaciones educativas de nuestra época, ya que habría invalidado la autoridad de los padres y favorecido la aparición del niño Rey, dándole un lugar exagerado al niño.

Estas declaraciones que encontramos de modo bastante remanente en los periódicos, dan cuenta del desconocimiento de su trabajo o en el peor de los casos de una falsificación de su pensamiento.

En efecto, la pasión de Dolto por la inteligencia simbólica del niño, su deseo de que sea reconocido como sujeto y la afirmación continúa que el pequeño es un ser de palabra que debe ser respetado y no adiestrado, nunca le llevo a colocar al niño en el centro del mundo.

La libertad del niño nos decía en 1977, se detiene en el instante en que empieza la libertad del otro. Creo que muchos problemas se deben a que muchos adultos caen en la trampa, en la trampa de adorar al niño, de adularle y se olvidan de sus propios deseos por las personas de su generación.

 Creo que ahí hay algo que hacer en nuestra sociedad para lograr que se den encuentros de madres con otras madres, de padres con otros padres, con sus niños, sin impartir clases, sino para que vivan entre humanos que son adultos que tienen deseos, con niños que tienen sus propios deseos pero sin que los niños sean completamente los dueños de sus padres todo el tiempo. “Creo que si muy pronto, el niño sabe que es uno entre los otros, en vez de ser el centro de la familia, esto se logrará fácilmente. Pero para ello, hace falta que tenga otros compañeros de su edad desde muy pronto y que las madres salgan unas con las otras ya que será así como aprenderán a relativizar las dificultades y proezas de sus propios hijos en relación con las de los otros niños”.


En este texto, se despliegan con claridad los fundamentos de la Maison Verte: socializar a los niños y los adultos de la misma edad -  no poner al niño como centro del mundo -  que es uno entre otros –  que entienda que la libertad de uno se detiene ahí donde empieza el deseo del otro – Hablar de la fuerza psíquica del pequeño.

Así pues, no veo en 2011 que tengamos la necesidad de hacer que los jóvenes padres crean que están en lucha contra una ecuación que sería imposible de resolver: " o escuchan a sus niños… O volverán a métodos educativos más tradicionales poniendo límites a su progenitura". Mientras que en toda educación, se escucha y se ponen límites,  se crea y se reproduce.

No se trata en la Maison Verte, de intervenir con la única perspectiva de sostener un destete, ni de poner interdicciones, ni de querer que un niño modifique su comportamiento, sino más bien de abrir para el sujeto un espacio de decir, donde padres, niños, y acogedores sean partenaires activos en el cuestionamiento.

Un lugar en donde lo impensado tenga derecho de entrada, más allá de todos los saberes. Un lugar en donde a cada niño o cada adulto se le reconoce como sujeto de su pregunta.
Para ilustrar lo que entiendo por abrir un espacio de decir, en donde los padres, los niños y los acogedores son partenaires activos en un cuestionamiento, he escogido dos secuencias que datan de los primeros  años de la Maison Verte, pero que podrían ser actuales.


"Esto sucede una tarde en la Maison Verte. Una mamá me plantea una extraña pregunta: “¿Cómo se sabe que un niño ha comido demasiado?” En la tumbona su pequeña hija de 6 meses, me observa tranquilamente con sus ojos azules.  En su formulación, la pregunta de la mamá  me deja en la duda: ¿a qué llama ella “comer demasiado”? En ese momento, el teléfono suena, y yo me levanto para ir a responder. Al pasar delante de un joven colega que aún no tiene hijos, le digo: - “¿Cómo se sabe que un niño ha comido demasiado?
-No lo sé, me dice él, ¿quieres que mire por Internet?
 Su respuesta me despierta de una escucha benévola, y me vuelvo hacia la mamá, simplemente para mostrarle mi asombro.
-¿A qué llama usted comer demasiado?
-  Pues bien, dos petits suisses, dos yogures, dos plátanos.
En ese punto, estoy francamente intrigada.

- ¿Por qué “dos”?

 -Bien, me dice ella, porque son “dos pechos”. Y poco a poco, se echa a llorar, antes de poder contarme su historia.
Tiene que mudarse de casa  y dejar de dar de mamar a su hija en un mes para llevarla a la casa de la canguro ya que debe retomar su trabajo. Su pediatra le ha dado el siguiente consejo: “Dele de mamar una vez cada dos”, en la siguiente toma le da un biberón más un yogur, o un plátano, o un petit suisse. Sí, pero ella tiene “dos pechos” que fluyen en abundancia cuando intenta alimentar al niño con la cuchara, y esta cifra del número dos repentinamente condensa todo el malestar del niño así como el de la madre.

Hay discordancia:
Entre su deseo de amamantar, y el deseo del niño de mamar.
Entre la respuesta a la necesidad del niño de ser alimentado y la necesidad de privarle del pecho.
Entre el saber del médico, la verdad de su cuerpo y la realidad de su retorno al trabajo.

Ella llora, su hija llora, la niña rechaza todo: el biberón, el plátano, el petit Suisse o el yogur. Su hija no corre el riesgo de comer demasiado, no come “nada”. Se salta una comida de cada dos.

Extraño giro en su enunciado del principio que me preguntaba “¿cómo se sabe que un niño ha comido demasiado”?

Le hice la observación de que finalmente acababa de escuchar que sus dos cuerpos no estaban destetados el uno del otro, pero añadí que estaba segura de que encontraría cómo acompañar con palabras a su hija cuando viniera el tiempo de la separación.

Me dijo que era exactamente eso lo que ella sentía, y se marchó. Volvió tres meses más tarde, solamente para contarme… “Dijo dos veces que esto podría servir a otras madres”

Alimentó a su hija tranquilamente durante todo el mes. Una semana antes de llevarla a la casa de la canguro, le dijo: “Irás a casa de una señora, que te cuidará cuando yo vaya a trabajar. Esta señora, no tiene leche en su pecho, así pues, en su casa, comerás un yogur, o un petit Suisse o un plátano, o pequeños potitos… y por la mañana y por la noche, te daré el pecho”. Y le volvió a decir lo mismo cuando estaban en casa de la canguro, y todo se desarrolló con tranquilidad.

Así pues, ¿qué pasó entre la madre y la niña entre esos dos encuentros: el del pediatra en el dispositivo de la consulta, y el mío en el dispositivo de la Maison Verte.  En la consulta con el pediatra, la madre tuvo una respuesta en la realidad, una solución para el destete, sin tener en cuenta su ambivalencia respecto al destete. En el dispositivo de la Maison Verte, se tiene en cuenta el conflicto psíquico en el aquí y ahora del encuentro, quizás sin continuidad.

Al pronunciar una frase, se puede dar un paso en falso. Freud estuvo intrigado por estos fenómenos, y es ahí que sitúa las motivaciones inconscientes del sujeto. Algo hace que el sujeto sea extranjero al contenido inmediato de la frase que acaba de pronunciar. Hay como un tropiezo, un fallo, una fisura, escribe Lacan.[1]

Me sorprende algo en la formulación de esta mamá, la palabra demasiado… no sabe que un niño que no quiere comer lo significa enérgicamente rechazando el pecho o girando la cara frente a la cuchara.

Mi pregunta al poner de relieve la palabra “demasiado” y la cifra “dos” produce una sorpresa, luego hay como un efecto de hallazgo, hallazgo que Lacan sostiene que es al mismo tiempo una solución, cuando surge la respuesta que produce un efecto de sorpresa en la madre: ¡“Porque son dos pechos”!

Es un pequeño fragmento de la vida, en lo cotidiano, de una charla sin pretensiones, pero podemos entender la complejidad de una idea que engloba dos registros de proximidad en la acogida en el interior de este dispositivo.

Por un lado, una acogida amistosa que permite que una madre en una visita imprevista hable de un destete difícil, con una persona de la acogida, o incluso a veces con otra madre.

Por otro, el instante de la sorpresa, que jamás se presentará dos veces del mismo modo, instante de la verdad que está más allá de una respuesta organizada como consejo, como empatía, incluso como psicología.

Así es como el psicoanalista en este espacio puede librarse de estar en el lugar del saber sobre la educación, mientras que el “psicoanálisis” es y no puede ser nada más que una disciplina que toma acto de la inadecuación, o sea una disciplina que interviene justamente “Ahí donde eso no se adhiere”, al contrario de la moda actual que hace de la palabra una especie de catarsis del mundo: hablen, les ruego, hablen…”

En ese momento eminentemente frágil, ser acogedor en la Maison Verte, es respetar  ese instante único cuando el sujeto encuentra por sí mismo, la verdad que ignoraba en el segundo precedente.

“ La verdad decía Lacan no soporta la simpleza de la explicación "

Hay entonces para la madre la posibilidad de asumir con el niño lo que Françoise Dolto llamaba una castración oral, es decir un destete, pero en su función simbolígena, en vez de un destete que desgarre el cuerpo a cuerpo en el silencio de las lágrimas.

“ La higiene, y la dietética, decía Françoise Dolto, tienen valor en cuanto al organismo pero están en segundo lugar! El cuerpo toma sentido por los sentimientos ya que el niño vive tanto de las palabras y del deseo que tenemos de comunicarnos con él como sujeto, como de las necesidades físicas.

Esta idea de que el niño vive tanto de las palabras y del deseo que tenemos de comunicarnos con él como sujeto como de las necesidades físicas, ha tenido su importancia para abrir un lugar para acompañar al niño por el camino de la autonomía, pero sin separación física de los que lo educan. De ahí la exigencia de la presencia de un adulto tutelar, que le introducirá a otro mundo distinto al de la familia.

Es la iniciación a la libertad del placer compartido con otros en una comunicación lingüística y gestual donde cada uno se complace estando de acuerdo con otros - pero, es también el encuentro con las dos reglas de la Maison Verte: el delantal que el niño debe ponerse para jugar con el agua y la línea roja.

En una sala hay unas butacas, alfombras, un rincón para jugar con el agua, es aquí donde los padres y los niños que no caminan se instalan en general.

En la otra sala, hay juegos con material rodante como camiones, bicicletas, andaderas. Una línea roja entre ambas salas inscribe para los niños un límite que no hay que sobrepasar con los objetos que ruedan.

Y, sus reglas tienen una función doble:

Educativa:
Permitir al niño el encuentro con reglas que existen para todos y que no son las de papá y mamá. Reglas que molestan más a los padres que a los niños. “Es todavía muy pequeño para comprender” dirá  una mamá – “Sus delantales no sirven para nada” dirá otra.

Como me decía un chiquillo encantador de 3 años “voy donde quiero, cuando quiero con mi camión” y esto delante de su mamá cómplice que miraba sonriendo.

"A los dos años, decía Dolto, no se trata de adiestrar al niño, aunque las pulsiones del deseo del niño estén en parte bloqueadas y en parte necesiten ser sostenidas para que salga de su potencia y entre en un comercio de intercambio lúdico y social, con valor de placer entre sujetos. "
Analítica:

Permitir que los niños utilicen el espacio de juego y las reglas del dispositivo, en su proceso interno de subjetivación. Se trata entonces de entender, a veces, los gestos inadecuados  de un niño, en el momento en el que nadie entiende nada.

Aprecio este "nada",  que es el punto de tangente entre dos universos psíquicos, aquel de los padres y aquel de los niños. Es la garantía de que no nos metemos en este lugar por el camino ilusorio de un psicoanálisis de la normatividad que haría de lo prohibido el alfa y el omega de la educación.


Es un sábado tranquilo por la mañana. Estoy en una sala en donde circulan los camiones y las bicicletas en compañía de un niño pequeño de tres años y medio que conozco muy bien. Vino el año pasado con su mamá, y le fue muy difícil organizarse con la regla de la línea roja. Va a la escuela desde septiembre, estamos en noviembre, y es la primera vez que le encuentro desde ese gran cambio en su vida. Ese día viene con su padre y su madre, que se sentaron tranquilamente en la otra sala, el padre, relajado, lee el periódico.

El pequeño, muy tranquilo, da vueltas con su camión haciendo ruido como si fuera un coche. Para él, manifiestamente, era un conductor emérito. En un momento su madre se reúne con nosotros, y estamos ahí las dos, de pie, en medio de la sala, silenciosas, con el niño dando vueltas tranquilamente alrededor nuestro. Le digo entonces a la madre lo que constato haciendo referencia implícita a otros momentos en que se ha quejado mucho de que su hijo aceptaba mal los límites:

-Es feliz hoy, quizás está contento de haber venido con su papá.

La palabra “papá” la enfurece.  Se lanza en una crítica, contra este hombre, que no es el padre de su hijo, sino un amigo con el que comparte su vida desde hace dos años.  Por otra parte el pronto se marchará, ella va a abandonarlo, está harta de sus reflexiones respecto al niño. Él le ha dado hoy el coñazo, de verdad,  dice ella porque al venir a la Maison Verte con su hijo en el cochecito, le decía que el niño era ya bastante mayor para andar, como si no tuviese el derecho también de ser pequeño, un sábado por la mañana,  ya que tiene todas las obligaciones de la escuela toda la semana.

A medida que habla, el niño empieza a acelerar sus movimientos alrededor nuestro hasta el momento en que ella le dice enfadada: - Para, me mareas. El pequeño, entonces, se para delante de la puerta de cristal de la entrada, después se pone de pie sobre el camión en perfecto desequilibrio. Le seguí con la mirada sin decir una palabra. La cólera de la mamá se agudiza: - ¡Venga! ¡Dígale que no puede subir al camión, que no tiene derecho a hacer nada, que todo está prohibido, que no puede divertirse!”

No tuve tiempo, ese día, de pensar cómo iba a intervenir con el niño que acababa de poner en escena, de pie, sobre el camión, un momento de desequilibrio, un momento en donde su universo vacilaba en eco con las palabras de su madre.

Me impresionó la inadecuación de la palabra  “divertir” que la mamá puso en oposición a la palabra “prohibido” para justificar el derecho del niño a jugar haciendo equilibrios delante de una vidriera, significando así que era ella la que “hacia la ley” en casa como en la Maison Verte.

La inadecuación me reenvía bruscamente a un artículo que había leído el día anterior. Varios adolescentes entre 14 y 15 años se divertían recorriendo a contracorriente la autopista, en pequeñas motos, había habido dos muertos.

 Formulé en voz alta lo que escuchaba de su frase.

 “-Hoy, cumple tres años y medio y usted piensa que está muy bien que suba al camión delante de una puerta acristalada, pero cuando tenga 14 años y haga infracciones con la moto, con la suya o la de otro, usted lo verá menos evidente.

Usted es idiota me respondió ella, y me voy, ¡me pone muy nerviosa!

Después fue a rellenar la hoja en que los padres ponen: el nombre del niño- la edad- la persona que les acompaña- padre, madre, otros, y el tiempo de su estancia.

Entonces la oí estallar de risa, y me llamó: - Marie-Hélène, venga a ver, venga a ver, y  me dio la hoja para que leyera lo que acababa de rellenar.

 Yo no veía nada. - Pero si mira, me dijo ella, quería poner el tiempo de nuestra visita, media hora, y escribí ½ en la columna del padre…. Es hora de que solucione mi problema con “los hombres”. Mi hijo tiene un vínculo muy fuerte con mi amigo, hace el papel de padre para él, se entienden muy bien, sólo digo tonterías.

El inconsciente decia  Lacan en 1967: « ello  falla,  ello sueña, ello ríe »
Después de esta precisión, se fueron enseguida los tres, el niño andaba muy derecho al lado de su papá,  él empujaba el cochecito vacío, la madre sonriente acompañaba el movimiento.

En la Maison Verte, no estamos solamente en un dispositivo de acogida y de escucha de lo cotidiano, estamos también con otros - entre medio de otros – confrontados con los otros, en un espacio  de lo cotidiano.

Maurice Blanchot en su libro “L’Entretien Infini[2] (“La entrevista infinita) habla de la fuerza enigmática de la verdad cotidiana: lo cotidiano, dice, somos nosotros en lo ordinario  (…) Sea cual sean sus aspectos, lo cotidiano tiene ese rasgo esencial: no se deja atrapar. Se escapa. Pertenece a la insignificancia, y lo insignificante no tiene verdad, sin realidad, sin secreto, pero puede ser también el lugar en donde toda significación es posible. Es en esto que es extraño, es lo familiar que se descubre (pero ya se desvanece) en lo sorprendente.

Lo familiar  “esto causa todo solo” es una pequeña cifra en la columna “del padre”, queriendo hablar del tiempo de presencia, que produce efectos  de vuelta para el sujeto.[3]

La escucha de lo cotidiano, es entonces, un arte de escuchar, que se articula con un arte del decir, en el aquí y ahora del encuentro, en un dispositivo que debe a la vez ser un lugar vacío y ser una referencia para todos.

Ser un espacio vacío

Esto determina que ni un grupo, ni una persona pueden decidir  que en este lugar están en su función social habitual y esto concierne al lugar del psicoanalista, como al del educador, como  al de la asistenta social.

Conceptualmente, era necesario construir una institución que no funcionara con instancias reguladoras que tuvieran el poder: médico jefe, educador jefe, o director, o un saber, pequeño Amo de día, o gran Amo en las reuniones; más bien de un modo horizontal donde cada uno debe asumir en lo cotidiano de la acogida ser uno entre otros refiriéndose a un encuadre de trabajo.

Ser referencia para todos:

-Porque hay unas reglas de funcionamiento que organizan el marco de la acogida: sustitución todo los días del equipo de acogida, y esto de lunes a viernes; rotación  de los equipos que asumen un sábado al mes aproximadamente; presencia de un adulto tutelar; participación financiera; reglas sobre los delantales y la línea roja. Anonimato

Lo corolario de esta arquitectura para los padres, es la seguridad, que no pondremos en común en reuniones de síntesis los acontecimientos que se producen  cada día y que no  transmitiremos a los otros profesionales del sector lo que se vive en este lugar. Es esto entre otras cosas  lo que recubre el concepto de anonimato para los acogedores.

Para los padres este concepto de anonimato es la piedra angular de los lugares de acogida,  y valida la idea de que ellos deciden según su deseo venir a la Maison Verte,  a su ritmo y utilizándolo a su conveniencia.

En el momento de marcharse, dan testimonio de su adhesión a este dispositivo de acogida original dejando una participación financiera a su apreciación.

Este marco de funcionamiento cuando se respeta la lógica se organiza en un punto paradójico: a la vez, se impone a todos sin pedirnos nuestra opinión, y a la vez exige de todos el consentimiento.


Pierre Benoît en 1984 consideraba que el pensamiento fundador de Françoise Dolto había empezado un proceso en donde la Maison Verte era el teatro.

Françoise Dolto, por su parte, respondía que la creación de la Maison Verte había empezado un proceso en donde su pensamiento estaba actualizado.


Si la Maison Verte es el teatro del pensamiento de Dolto, podemos preguntarnos si para Pierre Benoît ella está en el centro de la puesta en escena como lo estaba en la consulta de Trousseau, o en la de la calle Cujas.

Si la Maison Verte para Françoise Dolto, actualiza su pensamiento, ella está trabajando con el dispositivo, ella es “Una entre otros en la acogida.”

Podríamos decir que la Maison Verte es un teatro que nos permite a todos: niños, padres, acogedores, de reactualizar nuestro pensamiento en un espacio vacío de todo proyecto de cuidados, de guarda, de seguimiento, en una escena, donde se juega cada día una nueva obra en busca de autor.

-         Es exactamente lo que hace la mamá que se preguntaba “Cómo se sabe que un niño ha comido demasiado”.

-         Es exactamente lo que hace la mamá que pensaba que sólo contaba su ley.

La Maison Verte en la actualidad mantiene su pertinencia como espacio de encuentros, de sociabilidad, de socialización y de educación.

Pero es también es un espacio que guarda toda su impertinencia, ya que se apoya en la idea simple pero a veces inaceptable por el discurso social, que ni podemos dominar todo, ni controlar, ni evaluar respecto a la educación de nuestros hijos, y que es a menudo, en el interior mismo de lo que se nos escapa, que pueden haber efectos posibles e imprevistos de prevención en el campo de la educación.

Traducción: Matilde Pelegrí













[1] Seminario XI “ Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis” Paidós
[2] Maurice Blanchot: “ L’Entretien Infini” Gallimard 1969, pág. 356-357
[3] Esta secuencia me hace pensar a algunas líneas de Lacan en su texto “lo simbólico, lo imaginario, y lo real” texto que ha sido escrito justamente antes del congreso de Roma” Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis”.
“Lo real dice es o la totalidad, o el instante que se desvanece. En la experiencia analítica, para el sujeto, es siempre el choque contra algo como por ejemplo el silencio del analista”.