dimecres, 22 de juny del 2011


 MADRES DE ALQUILER

La subrogación  o coloquialmente conocida como “madres de alquiler” o “vientres de alquiler”; interesante la diferencia entre “madre” y “vientre”, en la medida que se designa como “vientre” se aparta al sujeto, obviándose que todo vientre está sostenido por un sujeto. Dicha práctica, más allá de sus matices a la hora de designarla; es realizada por un número considerable de parejas, heterosexuales y homosexuales, como por personas a título individual. Es una nueva forma de acceder a la paternidad y/o maternidad y lleva realizándose  desde hace bastantes años, a pesar que recientemente ha cobrado más debate, sobre todo a raíz de la legalización de los matrimonios homosexuales; a menudo vemos casos de famosos que nos presentan a sus hijos venidos al mundo por esta modalidad.

Una madre de alquiler es una mujer que acepta, por acuerdo, quedar embarazada con el objetivo de engendrar y dar a luz un niño que va a ser criado por otros como si fueran sus padres. Es una maternidad por sustitución mediante un contrato de gestación. El niño es inmediatamente reconocido como nacido de sus padres adoptivos. Su filiación es oficialmente declarada como natural y no de adopción, obviando la existencia de la tercera persona, poseedora del vientre alquilado, sería una adopción “in uterus”.

Todo esto suscita un debate en donde se ponen sobre la mesa cuestiones bastantes complejas, a continuación realizaremos un análisis, haciendo referencia a los tres elementos que en estos casos se ponen en juego, por un lado tenemos a unos padres que desean tener un hijo mediante esta vía , a una mujer que acepta gestar el hijo deseado por otros, normalmente a cambio de dinero y si hablamos de lo habitual, también habría una donante de óvulos que podría ser un elemento más a añadir y finalmente, el hijo fruto de todo este entramado.

Vamos a empezar por los padres, bien pareja o bien persona que de manera individual quiera tener un hijo mediante esta vía u otras. Podríamos preguntarnos lo que se puede poner en juego en ciertos sujetos respecto al deseo de hijo. ¿Acaso el deseo de hijo tiene que ir unido al encuentro sexual y amoroso, o puede surgir por otras vías? Es decir ¿el deseo de hijo responde sólo a los avatares de cada sujeto en la resolución de su Edipo o hay otras cuestiones importantes que también tienen lugar para que éste se formule? Podríamos escuchar sujetos, en dónde el deseo de hijo apuntará más por el lado de la transmisión.

En nuestra sociedad el límite a tener un hijo no está en el encuentro sexual, ni siquiera en el cuerpo, es decir, el límite que pone el cuerpo por su naturaleza, para procrear; mediante la ciencia se va reduciendo considerablemente y cada vez más. Entonces en una sociedad capitalista en dónde el hijo se ha convertido en un bien, que se puede adquirir, podemos incluso atrevernos a decir, en un objeto de consumo, con un mercado propio, ¿cómo va a jugar todo ello, con la formulación del deseo de hijo? ¿Es que nuestra sociedad fomenta las ganas de tener hijos? ¿Estamos en una sociedad que no tolera la infertilidad y por ello toda persona que quiere tener un hijo, debe tenerlo?, es decir ¿tener un hijo se ha convertido en un derecho?
 ¿Acaso, esto tiene que ver con desear un hijo? No olvidemos que un hijo, a diferencia de un objeto de consumo más, es un ser con existencia propia que está por venir, y que está por perder, sin estar todavía no perdido.

Normalmente nos encontramos con parejas que sufren infertilidad bien sea por alguna patología o por tratarse de parejas homosexuales que a pesar de que el sujeto, de forma individual seria fértil no lo es la pareja que configura , por otro lado también acceden a esta modalidad personas en solitario nos podemos encontrar a hombres, normalmente homosexuales que acceden a la paternidad de forma individual, o en el caso de mujeres, podría tratarse de mujeres que quieren ser madres en solitario y por su edad u otra cuestión de infertilidad no pueden , quizás lo que nos debería interrogar es en aquellos casos que una mujer pudiendo gestar a su hijo no lo hace y prefiere que lo haga otra por ella, a cambio de dinero. Vemos que frente a lo insoportable de la frustración del deseo de hijo, se plantea como respuesta legitima, sin otra reflexión anterior, la perspectiva de alquilar el útero de otra mujer

En relación a la mujer que acepta gestar un hijo a cambio de una transacción económica, lo primero que podemos preguntarnos ¿qué hace que una mujer se preste a ello?, ¿es por dinero? o hay algo más en juego a pesar de que ella sea consciente o no, por otro lado qué efectos tendrá sobre ella pasar por esta experiencia; la gestación de un bebé no es sin efectos para la mujer que pasa por el proceso, por otro lado ¿puede gestarse sin poner afecto al embrión que crece dentro del propio útero ?, es decir ¿puede un embrión que se gesta, no suponer nada más que una transacción económica para la mujer que lo realiza?  , ¿Es posible hablar solo de vientre?  Finalmente, ¿el dinero puede tapar el vacío que queda después de dar a luz?

La psicoanalista Carolina Eliacheff y el ginecólogo René Frydman padre del primer bebé probeta subrayan la importancia del embarazo que “no es un simple llevar” dado que los intercambios entre la madre y el hijo en el útero son ricos. ¿Cómo “organizar la venida al mundo de niños portados por una mujer cuyo trabajo psíquico consciente e inconsciente consiste en poderlo abandonar” y desde el momento en que ella podría conservar la posibilidad de retractarse después del parto? ¿Se puede conscientemente exponer a los niños de la madre de alquiler, su pareja, su marido a este proceso? ¿Qué pasará en el caso de falso parto, de cesárea, de complicaciones, de niño enfermo…? Por lo que vemos el niño es en la práctica de las madres de alquiler el objeto de un contrato”.

Vamos a preguntarnos también por la mujer que de forma anónima se ofrece donante de óvulos o el hombre que se ofrece donante de semen,  ¿cómo incide en el donante el fantasma del destino de su aportación biológica? Sería interesante escuchar que lleva a ciertos hombres a ser donantes de semen, en donde la ganancia económica es baja y por otro lado que moviliza a la mujer a donar óvulos ,  suponiendo un proceso mucho más aparatoso que en el caso del hombre. Destacar que en este tipo de donaciones lo que puede incidir es más el fantasma sobre lo que pueda devenir del material genético cedido, porque la donación es totalmente previa a la concepción, desarrollo del embrión y nacimiento.
Sin embargo la mujer que gesta un niño, si hay un momento de contacto con éste una vez salido de su vientre;  al dar a luz, al oír llorar al bebé, quizás  sólo unos segundos de encuentro y quizás sólo mediante contacto auditivo.

En relación al niño que nace en estas circunstancias, ¿cómo jugará lo real del cuerpo imaginario de la filiación? , Todo el puzle que le antecede tendrá que articularlo; un sujeto nunca parte de cero, y en estos casos nos podemos encontrar con los padres que hacen su función pero con la mujer o madre donante y la mujer o madre gestante. Un patrón lejos del tradicional, pero posible en la actualidad y que tendremos que ver como el sujeto encuentra sus vías para articularse en la serie familiar o filiar en relación a los elementos precedentes. Si añadiéramos que el niño recibiese leche materna por lactancia a través de otra mujer, aumentaríamos el puzzle, recordemos como esta práctica fue bastante realizada en la historia, llamándose a los niños alimentados por la misma mujer “hermanos de leche”, fijemos como el lenguaje popular los asignó como “hermanos”, manera de indicar que hay un vínculo creado a través de la lactancia.

En todo caso para aceptar a los padres que hacen su función, el hijo tendrá que aceptar que le han antecedido unas figuras por las que tendrá que resolver su historia, pasar por ciertos duelos, pues la mujer que la ha gestado lo ha cedido, y su herencia genética en muchos casos tampoco responderá a la de sus padres, ni a la gestante. 

De todos modos no podemos plantear todo este proceso, como una opción más, en donde todo es maravilloso, evidentemente es una opción, que puede incluso ser gratificante para las distintas partes, pero pone en juego nuevos elementos que de querer ser negados, entonces sí podrán tener peores efectos para los sujetos en juego, si la simbolización del proceso presenta vacíos, el real aparecerá de forma más virulenta.

Matilde Pelegrí Moya
Miembro del Foro Psicoanàlitic Barcelona y de la EPFCL
Psicóloga y Psicoanalista

Montserrat Romeu Figuerola
Miembro del Foro Psicoanàlitic Tarragona y de la EPFCL
Psicóloga Especialista en Psicología Clínica y Psicoanalista

20/06/ 2011