dilluns, 17 de febrer del 2014

NUEVAS ESTRUCTURAS FAMILIARES Y SUS CONSEQUENCIAS


UNA VISIÓN DESDE EL PSICOANÁLISIS

Barcelona, 15 de febrero 2014

Àngels Petit Pons

Introducción

Infancia y familia poseen una especificad propia en el psicoanálisis de inspiración lacaniana. Los conceptos de familia y infancia no son conceptos psicoanalíticos, sin embargo son dos significantes ineludibles para el psicoanálisis en la rememoración de los sujetos que escuchamos en la consulta. El hecho de que sean dos significantes que no han de ver en el campo del Psicoanálisis, no quiere decir que los psicoanalistas no hablemos de ellos y más, los que trabajamos con niños y sus familias.

Freud extrajo de la tragedia griega las nociones de Edipo y la Castración, estas nociones ponían el acento del mito familiar en la estructura misma de la lengua en la que habita el sujeto de la palabra. Con Lacan, ya en la mitad  del siglo XX, a partir de su texto de 1938 “Los complejos familiares” vincula las diferentes patologías que presenta el sujeto con las etapas y configuraciones de la vida familiar. Para más tarde, desarrollar los conceptos de: metáfora paterna, el padre como excepción lógica, el nudo Borromeo y la función que nombra [1]

En el actual siglo XXI  la familia sigue ocupando un lugar fundamental en el campo del Psicoanálisis porqué sigue siendo un lugar primordial en el proceso de reproducción de la colectividad, no tan solo a través del nacimiento de los hijos, sino también en la dimensión cultural mediante la transmisión de los valores, normas e ideales de una sociedad de una generación a otra.[2] Los cambios que se han producido a lo largo de los años de las estructuras familiares, el psicoanálisis no puede hacer otra cosa que tomar nota de los sujetos mismos, de los sujetos que entran en el dispositivo analítico, sean niños o adultos. A partir de sus palabras, escuchamos su historia subjetiva, la influencia que su entorno, padres, hermanos, y familia extensa, lo que Freud definía como “la novela familiar del neurótico” el sujeto busca las claves de su ser y de sus sufrimientos. Este aspecto fundamental de la constitución subjetiva del sujeto lleva al psicoanálisis a interrogar el vínculo del inconsciente, generador de síntomas, con la historia individual y por tanto, con los datos familiares, con la pareja parental y muy especialmente, el deseo sexuado de ellos [3]

Los que trabajamos con niños, conocemos muchas de sus fantasías habituales como son imaginar tener padres en algún lugar ajustados a sus anhelos cuando sus padres que los han engendrado no los logran “adoptar”

Es decir, que la familia es el espacio fundamental de la constitución subjetiva de un niño.

Pero…
¿Qué puede decir el psicoanálisis de las nuevas estructuras familiares?

La transición de la familia tradicional a un nuevo modelo emergente que podríamos llamar postindustrial [4] ha supuesto un cambio radical en las condiciones del marco en las que se desenvuelven la vida de las familias. La aparición y proliferación de nuevas formas de hogar y familia constituyen signos de nuestro tiempo. Desde Freud y Lacan se han propuesto diferentes formulas para dar respuestas a estos cambios: las identificaciones edípicas, los valores ideales, el discurso del Otro y el deseo como deseo del Otro. Pero, a la teoría del síntoma no se puede cargar a un familiarismos cualquiera. Es cierto que el goce tiene anclajes en el Otro, pero ese Otro no responde por el síntoma de cada uno (argumentar)

 ¿Cual es la verdadera cuestión?

Lacan, en un cierto momento, a esta cuestión la definió como “la humanización del deseo” es decir, una sublimación de las pulsiones que permitiera a un sujeto inscribirse en un lazo social soportable, donde pudiera satisfacerse sus propias capacidades de acción, de creación y de amor.

Sin embargo los retos que ha planteado el discurso capitalista y por ende la ciencia, como es la separación inédita en la historia de la reproducción de los cuerpos y el acto sexual, como también, el reconocimiento por parte de la legislación que reconoce el poder parental, derechos de custodia, nombre patronímico, etc. Hace que el psicoanálisis y los psicoanalistas que nos consideramos sujetos de nuestro tiempo,  reflexionemos sobre estos cambios y nos podamos preguntar: ¿hasta donde hemos llegado en el tratamiento de este interrogante?

El Edipo freudiano ligado a la familia conyugal permitía lo que anteriormente he nombrado como “la humanización del deseo”, pero dados los cambios habidos en las diferentes estructuras familiares más bien nos surgen preguntas:

1.     ¿hasta donde podemos desarticular la diferencia sexual de lo que se transmite como estructura subjetiva de una generación a otra cuando tenemos dos personas del mismo sexo haciendo la función de papas o de mamas?
2.     ¿Cómo repercuten los deseos sexuados de estos Otros en la acogida que se brinda al niño?
3.     ¿Cómo definir, sin el mito edípico, las funciones paterna y materna cuando se tiende a homogeneizar los roles sociales?


No tenemos muchas respuestas a preguntas de tal calado, pero sí que son preguntas que nos permiten seguir reflexionando y teorizando a partir de la clínica. Des del psicoanálisis, tenemos conceptos que consideramos fundamentales y vigentes en la actualidad más allá de las nuevas estructuras familiares, conceptos que a la hora de atender a los niños y sus familias nos orientan

1.     Hemos de tener en cuenta y lo observamos en la clínica con niños, que no son suficientes ni los buenos cuidados del cuerpo, ni siquiera el calor de los afectos, porqué estos no suplen  la acogida de un deseo que no sea anónimo y portador de una marca de un interés particularizado, es decir, de una transmisión de deseo.

2.    Lacan promovió un “Más allá del Edipo”, el Edipo de Freud que estaba ligado a la familia conyugal, aún existen este tipo de familias, pero pocas. Para Lacan el Edipo no podía mantener su vigencia a lo largo del tiempo, además con los cambios habidos.  Pero la castración es otra cosa, la castración no es un mito. Lacan nunca va abandonar este concepto, porqué ella se encuentra ya en el inicio, siendo el niño un “infans”, es decir, cuando el sujeto niño entra en el campo del lenguaje. La castración es un dato fundamental para la experiencia analítica

3.    En 1975 va a plantear en oposición al mito edípico,  lo que el definirá como “la nominación” es decir, “un decir que nombra” No tiene función significante[5] Es una función del decir, es la función que nombra,   el decir es un acontecimiento.  La nominación es un hecho de ex -                                                    sistencia y su eficacia radica en el anudamiento de las tres consistencias, real, simbólica e imaginario. Es un salto conceptual mayor. Lacan va a conservar la definición Nombre del Padre, pero la designa como función, no como significante. Esta función  no pasa necesariamente por un padre de la realidad. El hecho de que un padre pueda serlo no implica que sea el único que pueda serlo.

Para concluir: el Psicoanálisis va a plantear para las nuevas estructuras familiares estos tres conceptos:

§  La transmisión de un deseo que no sea anónimo
§  La castración
§  Un decir que nombra

Como señala Colette Soler[6]: “para los analistas las cuestión se reducirá a abandonar por fin la referencia a la norma edípica y familiar para buscar y reconocer las manifestaciones clínicas de los decires de nominación, allí donde estos se presentan”













[1]Colette Soler- Incidencias políticas del psicoanálisis, pág. 363 ed-S&P
[2] Lluis Flaquer-Nuevas familias en una nueva sociedad-Cosmo Caixa 2009

[3] Colette Soler -Inciddencias políticas del psicoanálisis-pág.362 Ed S&P
[4] Lluis Flaquer –Nuevas familias en una nueva sociedad-2009
[5] Colette soler-Incidenciasnpolíticas del psicoanálisis- pág 372 ed.S&P
[6] C.Soler, idem pag 381